1. La fuerza del accionamiento
Un mecanismo automatizado como el de las puertas a hombre presente o las que son totalmente autónomas no es igual al de una puerta manual. La última se mueve exclusivamente por la fuerza que ejerce el usuario sobre ella, mientras que las otras dos funcionan gracias a un sistema que puede ser de poleas, cadenas o hidráulico, siempre basados en una inducción eléctrica.
De modo que la regulación de la velocidad de la apertura y de la clausura de la compuerta también depende de su funcionamiento mecanizado. Pues el formato computarizado del modelo automático debería de tener un autorregulador tanto en el código como en la estructura física de la puerta.
En cambio, en el caso de una puerta manual, lo más probable es que se dé gracias a algún bloqueo en el eje de rotación o el mismo peso de la compuerta.
2. La detección de riesgos inminentes
Si una puerta industrial o comercial funciona de forma automatizada, necesita obligatoriamente de un detector del movimiento para saber cuándo puede cerrarse y cuando no.
A estos aparatos se le llaman fotocélulas, y dependiendo del tipo de equipo comprado, pueden tener un uso mucho más amplio que el de un cumplimiento de protocolos de seguridad.
Por ejemplo, existen algunas fotocélulas que identifican el tipo de objeto que se aproxima y con esa información determinan la cantidad de tiempo que permanecerá abierta, a pesar de que sea accionada manualmente.
Hay otros más especializados que leen códigos en los vehículos y solo le permiten el acceso a quienes coinciden con su base de datos.
También existen fotocélulas que se encargan de identificar fallas físicas en el propio equipo en el que están instaladas y estas mismas son las más versátiles. Ya que tienen una aplicación igual de conveniente y práctica tanto en una compuerta automática o semiautomática como en una manual.
3. La incorporación de funciones anticaídas
Por motivos de seguridad, establecidos por las leyes de regulación europeas y españolas, todas las puertas manuales o automáticas que se instalen para el tránsito de personas en un ambiente laboral necesitan contar con un sistema anticaída.
Esto quiere decir que un bloqueo automático de la compuerta basculante o seccional tiene que venir incluido dentro del rango de funciones del equipo. Si no lo está, se convierte en una responsabilidad legal del propietario.
Entonces aquí también entra en juego el factor de la estructura mecánica de tipo de sistema de apertura. Pues la velocidad del aplastamiento y la oportuna respuesta que debe de tener la función de bloqueo varía según el modelo adquirido.
Por ejemplo, hay algunos sistemas automatizados que bloquean automáticamente la lona o las hojas metálicas si detectan una leve interrupción del suministro eléctrico para así evitar el aplastamiento del usuario.
En el caso de las compuertas de hombre presente, puede que existan botones en los que alguien presiona rápidamente si percibe que la recogida o extensión está defectuosa.
Algunas combinan ambas funciones de seguridad y en un sistema manual lo más común es que se incluya alguna especie de artefacto especializado para frenar la movilidad del mecanismo, mientras la falla es atendida por un equipo profesional.
¿Cuáles son los componentes que se ven modificados o mejorados según esas diferencias?
Por otra parte, está el hecho de que los componentes de la misma puerta se van condicionando, lógicamente, por el tipo de apertura que tienen a nivel mecanizado o manual.
Los siguientes elementos son una agrupación de todo los detalles que pueden variar según las diferencias entre un equipo de hombre presente, automatizado o manual:
1. Los materiales del equipo
Una compuerta manual funciona gracias a la fuerza que ejerce el usuario para lograr su movilidad. Por ello no es lógico que se utilicen materiales demasiado pesados, pero tampoco pueden ser excesivamente livianos, ya que corren el riesgo de ser muy frágiles ante las fluctuaciones de fuerza de cada persona que por allí transita.
Un sistema mecanizado también tiene limitaciones, pues la fuerza de un motor y de su subsecuente sistema eléctrico plantea un marco muy específico cuando se trata de las dimensiones que podría tener la puerta que lo utilizará.
2. El tipo de uso
El uso que se le da a una puerta industrial realmente queda a discreción del comprador. Pues siempre y cuando no incumpla los parámetros de seguridad laboral, alimentaria y ambiental, no existen obligaciones sobre cuál debería de utilizar para cada contexto.
No obstante, una puerta manual no es la alternativa más práctica para un muelle de carga en el que entran y salen unos 30 o 50 camiones diariamente. Lo mismo aplica si se trata de un punto de acceso peatonal que suele utilizarse más de mil veces en una sola jornada laboral.
¿Cómo saber cuál de las tres opciones es más conveniente?
La mejor forma de saber si necesitas una puerta manual, de hombre presente o automática para mejorar el funcionamiento de tus instalaciones es consultarlo con un profesional en el tema.
También es elemental que tomes en cuenta las condiciones que se han venido desarrollando hasta el momento en tu nave industrial, ya que así puedes identificar los aspectos que necesitan corrección y a partir de allí buscar alternativas que puedan solventarlos.
En Gruman siempre ponemos a tu disposición un asesoramiento personalizado para tu proceso de compra, pues es una verdadera prioridad para nosotros que logres la mejoría que estás buscando para que puedas sentirte satisfecho con tu inversión.
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